
Nerón desde el año 54 hasta el 68, cuenta una bonita historia de hombres-lobo en su novela El satiricón.Algunas de las tradiciones griegas y romanas consideran la transformación de un hombre en lobo como un castigo por sacrificar una víctima humana a un dios. En esas ocasiones, cuenta Plinio (c. 61- c. 113), la víctima era llevada a la orilla de un lago y, después de nadar hasta el lado opuesto, se transformaba en lobo. En esta condición recorría los campos con otros hombres-lobo durante nueve años. Si durante este período se abstenía de comer carne humana, recobraba su forma original que, sin embargo, no había quedado dispensada de los estragos del paso del tiempo.Otro ejemplo mitológico de transformación en hombre-lobo como castigo del pecado fue registrado por Ovidio (43 a.C. - 18 d. C.) en sus Metamorfosis. En él, Ovidio cuenta leyendas de transformaciones milagrosas desde la creación hasta la época de Julio César. El poeta romano cuenta cómo Licaón, mítico rey de Arcadia, se atrevió a poner a prueba la omnisciencia de Júpiter, presentándole un plato con carne humana. Por ese crimen Júpiter le transformó inmediatamente en lobo, y Licaón se convirtió en eterna fuente de terror para sus súbditos. Y aún en tiempos posteriores a Licaón, según una tradición recogida por Platón alrededor del siglo IV a.C. y por Pausanias en el siglo II a.C., transformaciones similares seguían produciéndose en el. mismo lugar.Los métodos utilizados por los hombres-lobo para realizar sus transformaciones diferían mucho. A veces, el cambio era espontáneo e incontrolable; a veces, como en las transformaciones descritas en las sagas escandinavas e islandesas, se lograban simplemente con colocarse la piel de un lobo real. Pero en muchos casos, lo único que se necesitaba era la intervención de un hechizo que, aunque no provocaba ningún cambio en el cuerpo humano, hacía que cuantos lo veían imaginaran que estaban en presencia de un lobo. Algunos de los que se transformaban afirmaban que sólo podían recobrar la forma humana por medio de ciertas medicinas o hierbas, como acónito o cicuta, o frotándose con ungüentos, como hicieron los hombres-lobo escandinavos y centroeuropeos a partir del siglo XV.Tan profunda era la creencia en los hombres-lobo, que en los siglos XV y XVI se los consideraba en toda Europa como equivalentes a los hechiceros y las brujas, y cualquiera que fuese sospechoso de ser un hombre-lobo era quemado o colgado con la mayor crueldad, especialmente en Francia y Alemania. Como explica Elton B. McNeil en The psychoses (Las psicosis, 1970) al comentar aquella época de flagelaciones, tarantismo (manía de la danza), histerias masivas, fantasías hipocondríacas, proyecciones, alucinaciones, hechizos y hombres-lobo:
Esas actitudes reflejaban una psicología influida por la creencia de que «los dioses enloquecen a quienes quieren destruir.» La locura, como expresión de la voluntad de Dios, se convirtió en una epidemia.
Su cura consistía en un ritual religioso cuyo propósito era usar a los psicóticos como blanco de la persecución religiosa y reafirmar el valor de los benditos, inocentes y puros. Eran benditos quienes denunciaban a las personas que habían vendido su alma al diablo. La clásica «caza de brujas» fue un subproducto de la búsqueda de la salvación.
La caza de hombres-lobo fue una manifestación del mismo tipo de sentimiento religioso; los juicios de brujas y los juicios de hombres-lobo están interrelacionados. Es en Francia, país de brujas, donde son más frecuentes los hombres-lobo. En un período de algo más de 100 años, entre 1520 y 1630, en Francia se registraron nada menos que 30.000 casos de hombres-lobo, hecho documentado en las actas de juicios de hombres-lobo que se conservan en los archivos públicos.En 1573, en Dole, cerca de Dijon, en el centro de Francia, un hombre-lobo llamado Gilles Garnier fue acusado de devastar la campiña y devorar niños pequeños; tras confesar sus crímenes, ardió en la hoguera.Unos años después, en
1598, en una zona desolada y desierta cerca de Caude, unos campesinos franceses tropezaron con el cadáver mutilado y manchado de sangre de un chico de 15 años. Un par de lobos que habían estado devorando el cadáver huyeron hacia unos matorrales cuando los hombres se acercaron. Los persiguieron... y casi inmediatamente encontraron un hombre medio desnudo acurrucado en los matorrales, con cabellos largos, barba descuidada y uñas largas que parecían garras y estaban manchadas de sangre fresca y restos de carne humana.El hombre, Jacques Rollet, era un ser patético, un débil mental que padecía apetitos caníbales. Estaba desgarrando el cuerpo del muchacho cuando fue sorprendido por los campesinos. Es imposible determinar si aparecieron o no lobos en ese caso, o si aquella imagen fue fruto de la imaginación de los campesinos. Pero lo cierto es que Rollet creía ser un lobo, y mató y devoró a varias personas bajo la influencia de esa alucinación. Fue sentenciado a muerte, pero los tribunales de París anularon la sentencia y le encerraron, caritativamente, en un manicomio, una institución donde hubieran debido terminar sus días la mayor parte de los hombres-lobo, en vez de ser ajusticiados.Otro caso significativo ocurrió a principios del siglo XVIII. Jean Grenier era un chico de 13 años, retrasado mental y con una fisonomía canina muy marcada: sus mandíbulas sobresalían y se le veían los colmillos debajo del labio superior. Creía ser un hombre-lobo. Una tarde aterrorizó a unas niñas diciéndoles que, en cuanto se pusiera el sol, se convertiría en lobo y las devoraría.Pocos días después, una niña que había ido a cuidar las ovejas por la noche fue atacada por una criatura que, en su pavor, confundió con un lobo, pero que era, como se supo después, Jean Grenier. La niña lo golpeó con su cayado y huyó.
Bestia Asesina
En Estados Unidos, en 1946, una reserva de indios navajos padeció con frecuencia las tropelías de una bestia asesina a quien muchos consideraban un hombre-lobo (las tradiciones de los navajos incluyen muchas historias de hombres-lobo). Tres años después, en Roma, una patrulla
policial fue enviada a investigar la extraña conducta de un hombre que padecía alucinaciones: perdía el control cuando la luna estaba llena y emitía aullidos fuertes y aterradores.En Singapur en 1957, también se llamó a la policía para que investigara lo que las autoridades consideraban una larga serie de ataques de hombres-lobo a las ocupantes de una residencia de enfermeras en la isla principal. Una enfermera despertó y vio «una cara horrible y peluda, con grandes colmillos salientes», que, la miraba fijamente. El misterio nunca fue resuelto, y tampoco el caso de la colegiala de 16 años de la localidad de Rosario do Sul, en el sur del Brasil, que en 1978 sufrió «terribles visiones y demonios» y que creía que el espíritu de un lobo salvaje se apoderaba de ella y la dominaba.En 1975, los diarios británicos estuvieron llenos de extraordinarios informes acerca de un joven de 17 años, residente en Eccleshall (Staffordshire), quien, creyendo que se estaba transformando en un hombre-lobo, puso fin a sus padecimientos mentales clavándose una navaja en el corazón. Uno de sus compañeros de trabajo dijo en la investigación que el joven le había llamado por teléfono antes de morir. «Me dijo -contó el testigo- que su cara y sus manos estaban cambiando de color y que se estaba transformando en hombre-lobo. Calló, y después empezó a gruñir.»Puede que la tradición de los hombres-lobo se apoye en la ignorancia y las alucinaciones, pero su influencia siempre ha sido extraordinariamente poderosa.
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